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A veces para ganar, tienes que perder…
¿Por qué es importante la gratitud?
Hace 2 meses murió el que fue mi papá de amor; el 17 de diciembre le diagnosticaron cáncer y en menos de 3 meses se fue… Me siento bastante dolido por no haber estado más cerca en el proceso de irse, sé que hice lo mejor que pude, sé que no me había caído el 20 de lo que grave que era su enfermedad, pero saber esto no me quita el sentirme de la chingada por haber estado lejos.
No dejaba de sentirme mal por estar lejos de él hasta que un día mi mama me dijo: “Yo siempre me molestaba porque tú y tu hermano no nos hablaban y el siempre me respondía: Así son, ellos no hablan pero nos aman mucho, acéptalos como son.” En ese momento mi dolor cambió ¿Por qué estuve lejos de alguien que me conocía y aceptaba como soy?
Desde ese día, no me he podido acercar mucho a la gente y tengo claro que es porque no me he permitido vivir el dolor. Hasta hoy, lo único que me permite tocar el dolor es agradecer lo que me dio. Muchas cosas en mi vida no existirían sino hubiera estado él en ella; me mostró lo grato que es que te lean un cuento, lo rico que es chupar despacio un chocolate y no devorarlo, a disfrutar los juegos de mesa, a darle a la gente su espacio, a sacar lo mejor de mi… años de lecciones.
Pero, la que para mi, es la mas valiosa me la dio cuando ya no estaba; aceptar a la gente como es y amarla como es. Entiendo por que tantas personas fueron a su funeral y por que tantos han llorado su muerte. No existen tantas personas con la cualidad de aceptar a los demás como son y estar cerca, cuidándote y cuidándolo. Mientras escribo esto y lloro, vienen personas a mi mente que sé son importantes para mi y veo como sí me he acercado en estos dos meses.
Para mi, la gratitud sin una acción correcta, no es gratitud autentica; si estoy agradecido con alguien por algo que hizo, busco la forma de hacérselo saber y darle algo de vuelta. Se que para mi papá de amor -donde quiera que esté- el verme mas cerca de la gente que quiero, es darle algo de vuelta; verme cercano y pleno, asustado y dolido, acercándome y aprendiendo… eso le es suficiente.
El permitirme agradecer todo lo que me dio, me acerca a él. El agradecerle me duele porque fue alguien que me dio y nutrió mucho y ya no esta; el dolor es lo que me permite tomar la lección y hacer algo distinto. A veces para ganar mucho, tienes que perder cosas muy importantes para ti, pero esa es otra historia…
Sobre los días grises.
En esos días donde todo es gris, los párpados te pesan más y no encuentras energía ni motivación para levantarte ¿De dónde sacas la fuerza para seguir? ¿Qué es lo que te hace seguir, cuando nada tiene sentido? ¿Cómo recuperas la energía?
A mi, esos días me llegan más seguido de lo que quisiera y -además– se combinan con mi perfeccionismo para hacerme las horas aún más pesadas. Primero, viene la sensación de pérdida de sentido y detrás de ella, pegadita, vienen frases: ¿Cómo te atreves a ser terapeuta teniendo días como estos? ¿Cómo hablas de un mundo mejor sintiéndote así?…. y muchos ataques por el estilo.
Antes, realmente me tumbaban; dejaba de disfrutar la vida varios días, sólo estaba disponible para mis pacientes… dejaba de lado a mis amigos y mi vida. Tardaba meses en salir de esa tormenta interna. Poco a poco, he ido juntando recursos para poder hacer cosas distintas.
Así, hoy que paso por una de las tormentas más fuertes de mi historia, me sorprende descubrirme como escuché alguna vez: “No estoy firme como el roble que en medio de la tormenta se rompe, estoy flexible y arraigado como la palmera“. No he hecho a un lado la tormenta; la vivo, la siento y a ratos ¡hasta la disfruto!
¿Qué me ayuda? Reconocer que la sensación es real, no es la realidad. Es decir, la sensación interna es real, la valido, la reconozco y la vivo… pero no le doy de comer. No me juzgo por sentirme así, no me digo que no debería sentirlo. Sólo abrazo la sensación, la escucho y la dejo ir y parte de lo que necesito para dejarla ir son una GRAN cantidad de “realidades”: recordar mis casos de éxito, todos esos pacientes a los que he dado de alta y que hoy viven una vida más plena gracias al acompañamiento que les pude dar. Recuerdo a los alumnos que han pasado por mis cursos y las frases de agradecimiento que me dan. Recuerdo mi propio cambio , porque si comencé a creer en las terapias fue porque el primer gran cambio lo noté en mi.
Otra cosa me ha ayudado y me sigue apoyando, es tener amigos amorosos, pacientes y cercanos que estén conmigo en estos momentos. Es cierto que cuando estoy decrépito, no soy de las personas mas fáciles de acompañar; afortunadamente tengo amigos que me acompañan en este proceso, recordándome que lo que hago tiene sentido y que gracias a mi compañía su vida es mejor y sobre todo, que me recuerdan que me aman y me aceptan, imperfecto como soy.
Abrir los ojos y los oídos a las buenas noticias, cada día somos más lo que queremos un mundo mejor y poco a poco, estamos ampliando las posibilidades para crearlo. Es cierto, yo no puedo crear un mundo mejor, pero puedo poner todo de mi para hacerlo y contagiar esta chispa a la mayor cantidad de personas posibles. Mi trabajo es el lugar desde el cual decido dar mi aportación para crear un mundo mejor; estoy convencido que no existe gente mala, sólo gente herida, que no sabe manejar sus emociones.
Ayer en terapia, pude ponerle nombre a la sensación que me acompaña todo el tiempo: desesperanza. Mucho tiempo fue mi enemiga a vencer; hoy comienzo a tomarla como una nueva aliada. Es cierto que es horrible vivir con una sensación constante de “nada tiene sentido”, pero también es cierto que gracias a esa sensación he logrado conseguir una cantidad importante de recursos que me ayudan a vivir una vida auténticamente plena, llena de amor y sentido, rodeado de relaciones que me conocen y aman tal cual soy.