¿Cómo es ser hombre para ti? ¿Te permites ser sensible y empático con tus amigos? ¿Tu pareja te permite mostrarte inseguro? ¿Alguna vez te has preguntado qué está detrás de la actitud violenta de tus amigos? Quizá, tu hombre sólo quiere saber que lo amas, a pesar de algunas veces sentirse inseguro o pequeño frente a ti; quizá –otras veces- no sabe cómo manejar tantas emociones.
Ser hombre ha sido un largo y difícil camino para mí; tengo la fortuna de ser un hombre en extremo sensible. Aunque, llegar a ver mi sensibilidad como una bendición me llevó tiempo. Durante muchos años, la única herramienta que tuve para manejar mi sensibilidad, fue la violencia.
Crecí con un padre ausente, pero afortunadamente tuve un padrastro que fue extraordinario padre para el niño Amilcar. Sin embargo, cuando llegué a la adolescencia no hubo nadie que me explicara. Hoy sé, que sólo necesitaba que me dijeran que era normal ponerme nervioso o sentir miedo con las chicas que me gustaban; no hubiera estado de más que alguien me dijera que a ellas les pasa lo mismo.
Tampoco hubo nadie que me explicara cómo relacionarme con otros jóvenes y crecí con una sensación interna de ser rechazado. No importaba qué tan seguro me viera por fuera, lo que vivía dentro de mí era muy cercano a un infierno. Así, fui volviéndome violento, no importaba qué hicieran los demás, yo sentía que me estaban atacando, insultando y alejando.
Tengo una sensación doble al ver mi pasado. Por un lado, me da gusto ver que estaba equivocado y -de hecho- siempre hubieron personas que me quisieron; por otro lado, siento dolor por ver cómo muchos de los rechazos que recibí, en realidad, eran una respuesta a mi actitud frente a la vida.
Fue necesario una depresión y algunos años de terapia para que entendiera qué estaba pasando. Yo estaba lleno de heridas, viejos rechazos y abusos recibidos. Y socialmente, lo mejor que puede hacer un hombre frente a eso es: ser violento.
Hoy vivo de una manera muy diferente; la relación que tengo con mi novia es hermosa, puedo permitirme llorar con ella o hablar de cómo, a veces, me siento insuficiente para una mujer tan chingona. Con mis amigos, puedo permitirme vulnerarme y expresarles lo que me lastima o simplemente hablar con ellos con el corazón abierto y llorar. Como terapeuta, está muy bien visto ser hombre y sensible.
Quiero terminar parafraseando a Brené Brown sobre alguien que asistió a una firma de autógrafos; “Ni mi coach de americano, ni mi padre, ni mi director de tesis, ni mi jefe, son tan duros conmigo como mi esposa y mis hijas. Prefieren verme morir en mi caballo blanco antes que verme fracasar“.